La última campaña mediática orquestada por algunos periódicos de derechas en Ceuta demuestra, una vez más, hasta qué punto una parte de la prensa española sigue prisionera de una mentalidad colonial.

La presencia del príncipe heredero Moulay El Hassan en aguas marroquíes fue tratada como si se tratara de un acontecimiento extraordinario, cuando en realidad no fue más que un protocolo ordinario de seguridad que acompaña siempre los desplazamientos de la familia real. Lo que estos medios no toleran es la afirmación natural de la soberanía marroquí en su propio mar, algo que la monarquía simboliza de manera clara y rotunda.

Que un cortejo marítimo real se desplace con seguridad es lo más normal en cualquier Estado moderno, pero la prensa derechista española prefirió presentar las imágenes como un episodio excepcional, insinuando dimensiones que no existen. Llegaron incluso a vincular este hecho con intentos de migración irregular hacia el enclave ocupado, en un ejercicio de manipulación que pretende confundir la presencia real con fenómenos delictivos. Esta estrategia no es nueva: es el viejo recurso de explotar la proximidad geográfica para fabricar titulares sensacionalistas destinados a agitar a la opinión pública local.

Del mismo modo, la supuesta “noticia” de que la Guardia Civil estaba informada del paso del cortejo real se presentó como un dato insólito, cuando en realidad no es más que la manifestación de una cooperación técnica entre aparatos de seguridad que desde hace años trabajan en la vigilancia marítima y en la lucha contra las redes criminales. Esta coordinación no implica, en absoluto, el reconocimiento de fronteras, porque Marruecos nunca ha aceptado ni aceptará una frontera con Ceuta. Para nosotros, Ceuta y Fnideq forman un mismo espacio territorial del que sólo una ocupación pasajera pretende separarlos.

Lo que revela esta manipulación no es otra cosa que la incomodidad de cierta prensa española cada vez que Marruecos ejerce de manera soberana en su propio territorio y en sus aguas. La monarquía marroquí, con el rey Mohammed VI y el príncipe heredero Moulay El Hassan, encarna la continuidad histórica de una nación que no necesita pedir permiso a nadie para afirmarse en el norte del país. Y precisamente esa evidencia es la que los nostálgicos del colonialismo tratan de banalizar con titulares cargados de insinuaciones.

Por mucho que la derecha española intente distorsionar los hechos, lo cierto es que Marruecos ejerce su soberanía plena y legítima. Y cada gesto real, cada presencia en nuestras costas, recuerda a quienes todavía sueñan con el pasado que el tiempo del colonialismo se acabó para siempre.

Publicado el : 20 de agosto de 2025

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