Fuentes rusas revelaron recientemente informaciones que han generado un auténtico terremoto diplomático, al denunciar la utilización de coberturas diplomáticas en embajadas africanas por parte de los servicios especiales ucranianos para trasladar armas, drones y asesores militares hacia grupos armados activos en distintas regiones del continente.

Los primeros indicios habrían surgido en países como Mauritania y la República Democrática del Congo, pero lo que ha generado mayor impacto es la inclusión de Argelia en la lista de países señalados. Según estas acusaciones, la embajada ucraniana en Argel habría estado implicada en operaciones de envío de drones que, a través de una compleja red regional, terminarían en manos de facciones armadas en Mali, Mauritania y el Congo.

Este episodio coloca a Argelia en una posición delicada, pues aparece vinculada indirectamente a una trama de alcance transnacional que mezcla intereses geopolíticos, redes de tráfico y conflictos internos africanos. Además, la situación resulta especialmente incómoda dado el contexto de inestabilidad que vive el Sahel, donde se multiplican los golpes de Estado, la presencia de grupos yihadistas y la competencia entre potencias extranjeras por ejercer influencia estratégica.

La controversia no solo representa un revés diplomático, sino que plantea interrogantes sobre el papel real que juega Argelia en el entramado de seguridad regional. En un momento en el que la cooperación internacional resulta esencial para frenar la expansión de la violencia en África Occidental, verse asociada a este tipo de maniobras podría erosionar aún más la credibilidad del país en la escena internacional y complicar su margen de maniobra político y diplomático.

Publicado el : 26 de agosto de 2025

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